24 de diciembre de 2007

UN MODO DE HACER

Este es un texto publicado hace un tiempo en www.elzocalo.cl y que sale al ruedo a partir de algo que le leí a Mauricio Fredes en http://mauriciofredes.blogspot.com referido a la vuelta al intimismo del formato guitarra y voz (puede ser + ruiditos tambièn), que tan en boga esta hoy.

Después de todo valió la pena esperar las dos horas de retraso con que comenzó el show. Coiffeur es de esos artistas medio inclasificables que logran conmover y poner los pelos de punta con la simpleza de una voz bien puesta –no sobresaliente- y la virtuosidad de una guitarra que es complemento y solista en los momentos justos.


Son las 01:15 y Coiffeur afina la quinta y sexta cuerda de una guitarra que ya le hemos visto en youtube. En el lomo superior una lista de temas que no se repetirá aquí en La Tertulia y que hace referencia a la tocata de la noche anterior en Matucana 100, junto a Gepe.

La sala, con unas 60 personas, espera en nervioso silencio que se avecine la tormenta. Las expectativas son altas. Mucho se ha hablado de este músico de Buenos Aires elegido por la revista Rolling Stone argentina como artista revelación 2005, de su segundo disco No Es , del estilo folk-punk y de su similitud con ciertas cosas de Chinoy.

En lo personal no sé muy bien que esperar, pero la incertidumbre se vuelve certeza con el correr de los primeros acordes y esa sensación de que una voz y la guitarra pueden llenar cualquier espacio, ya sea en la calma casi susurrada de Buenos recuerdos –del primer disco homónimo- o en la prisa frenética y percutida de En la Frontera .

Viendo a Coiffeur en este espacio chiquito, con un sonido mínimo –no muy bueno por lo demás- me da la impresión que el mirarse para adentro, hablar de sí en la íntima y mostrarse crudamente tiene una respuesta universal. Y no sólo desde la perspectiva del mercado -aunque sí estimulada por Él- si no que también desde el lado de las búsquedas personales. Porque esa búsqueda se relaciona con ver a otro, escuchar a otro y conocer a otro, pero teniendo la certeza –no siempre verdadera- que ese otro se muestra tal como es. Y pareciera que al dueño de esta noche le acomoda esa sinceridad para decir y contarse. Y lo más bello aún, pareciera que le incomoda –al contrario de las estrellatos reality que nos da el mercado- el acoso de los teléfonos devenidos en cámaras y de las cámaras devenidas en instrumento de un registro que no hace memoria.

En un poco más de 70 minutos de buenas canciones, el recorrido de Coiffeur y el entorno del show dan cuenta de la propuesta ética y estética del mundo de la música alternativa de este lado del planeta. La elección del lugar, una guitarra, una voz, las letras simples pero decidoras; un tipo –Coiffeur- que se pasea por el bar y entre la gente sin que nadie lo moleste antes del concierto; otro tipo –Rodrigo Santis, socio de Quemasucabeza- que las hace de roadie al final del show, guarda la guitarra del músico y conversa sobre propuestas para otras tocatas en la ciudad. No es la precariedad, es la apuesta. Un modo de hacer.

Lo mejor de todo es que vale la pena porque el resultado es regrosso: un músico medio inclasificable que conmueve y pone los pelos de punta con la simpleza de una voz bien puesta y la virtuosidad de una guitarra que es complemento y solista en los momentos justos. Un modo de ser y hacer.

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