28 de julio de 2008

NADA QUE PERDER


Esta es una reseña del disco Voy y Vuelvo de Nano Stern que escribí para el número 10 de Revista Pausa. Les invito a leer y escuchar

A diferencia de varios de los discos de la nueva generación de solistas chilenos –Gepinto o Hungría de Gepe, Los Accidentes del Futuro de Leo Quinteros o Vacaciones en el patio de mi casa de Fernando Milagros, etc.- que tienen un corte intimista, con miradas y líricas personales, urbanas y a veces hasta entrópicas, Voy y Vuelvo de Nano Stern es un trabajo que aterriza de una manera más cómoda en la tradición de la música de raíz latinoamericana, sin por ello descuidar las formas más cercanas al rock o al folk. Esto porque indaga en las temáticas universales del desarraigo, la esperanza o el amor, a partir de una poesía que no busca su sustento en las imágenes de la posmodernidad ficcionada, si no más bien en la realidad concreta de un músico joven con experiencias de viaje.

Lo mismo pasa con la propuesta musical, menos experimental que la de sus compañeros de generación, pero que se afianza en los sonidos legados por los grandes compositores de este lado del mundo y en su guiño a las músicas tradicionales europeas. Y esto no es una desventaja. Al contrario, es una diferencia que fortalece al disco porque le da una identidad que sólo se singulariza por lo cuidado de los arreglos y la impronta propia de Stern.

Multintrumentista y con un vasto recorrido por bandas como Mecánica Popular o Matorral, a los 23 años Nano Stern deja un buen presagio de lo que puede venir en la urgencia de Necesito una canción –es una buena experiencia verlo interpretarlo en vivo sólo con la de palo- en lo esperanzador de Un gran regalo, en el jazz style de Casualidad o en la sicodelia final del tema que da nombre a la placa.

Grabado entre Santiago y Ámsterdam, producido por el mismo Stern, grabado y masterizado por Álvaro Tabeada, nominado a los Premios Altazor, girado en toures locales, a los largo de todo Chile, e internacionales, por toda Europa y Australia, Voy y Vuelvo deja la sensación de que aquí se construye, de que hay que poner atención y de que la escena nacional sale fortalecida al enfrentarse a un músico que en el corte final –Calma- es capaz de decir que todavía hay mucho que aprender / y poco que perder.