Les dejo un texto que escribí rápidamente para un conversatorio al que fui invitado por la revista Ciudad Invisible referido a medios y literatura.
Creo que es interesante para partir la reflexión pensar si al hablar de la relación literatura local y medios de comunicación, en tanto, estos últimos, difusores, creadores de lectores y también soportes de crítica especializada, estamos hablando a partir del fomento del libro o de la lectura. Claro, porque esta sola diferenciación que, a vuelo de pájaro, puede resultar demasiado sutil u obvia, abre dos campos muy distintos el uno del otro, sobretodo pensando en estos tiempos de diversificación productiva y de circulación de la cultura a partir de las nuevas tecnologías.
Por un lado y en el caso del fomento del libro en la región –el objeto material, el fetiche- tenemos el diagnóstico más o menos claro. Hay pocas casas editoras (un par universitarias y un par más privadas); en general no hay presencia de libros regionales en los pocos espacios de crítica especializada -si pudiéramos llamarle así a lo que hay en el Mercurio de Valpo, Invite, La Estrella- la circulación es mínima, los precios son altos, etc.
Todo esto amparado, seguramente, en una política del libro a nivel nacional que, a pesar de sus esfuerzos –pensemos que el Consejo del Libro es la primera institución del Estado en crearse para apoyar la cultura en nuestro país- no ha sido capaz de subsanar la crisis en la que está sumido el libro y su aparataje productivo, de difusión, circulación y venta. Esto en definitiva tiene que ver con la Industria del Libro en Chile. Claro, ustedes podrán decir que la relación entre el fomento al libro y su lectura es directa. Que si no hay libros no se puede leer. Que si el Estado no apoya la edición y su circulación…. Que si el Estado no baja el iva, etc. Todo eso es efectivo y tiene incidencia directa en los bajos números que enfrenta el país en temas de posesión de libros per capita o por familia, pero como intentaré explicar más adelante creo que no, necesariamente, con los bajos niveles de lectura de literatura.
Antes de allanar el camino para una explicación a lo que intento decir creo que es necesario parar un poco sobre la nula política estatal respecto al apoyo a medios independientes. Por el contrario el Estado ha dejado a merced del capital la existencia o no de medios alternativos a los tradicionales y en estos últimos lo cultural, en general, y la literatura, en particular, no aparecen sino como parte de estrategias de mercadeo, y como para la literatura no hay “audiencias”, su participación o aparición en estos medios es escasa.
Entonces y a grandes rasgos la foto respecto del libro y los medios es la siguiente:
- Los medios tradicionales se emparentan con la literatura a partir de estrategias de mercadeo de las grandes editoriales transnacionales, por lo tanto lo que aparece no es lo local.
- No hay grandes audiencias
- No hay una política de Estado respecto de los medios independientes que pudieran interesarse en manifestaciones literarias independientes locales
- Por último y aquí imbrico con el segundo punto de esta presentación, no hay a partir del uso de las nuevas tecnologías, entendidas éstas como posibilidades para nuevos medios –revistas electrónicas, medios independientes, plataformas de difusión, comunidades literarias virtuales- grandes estrategias para introducir lo literario local o independiente que partan por la premisa de que lo que interesa es el fomento de la lectura y no necesariamente el culto al libro.
Claro porque cuando hablamos de fomento a la lectura hablamos de estrategias que permitan introducir el gusto por la literatura en un espectro que se relaciona ya no sólo con la producción y venta, si no que además, y creo más importante aún, con la posibilidad cierta de que la lectura y la literatura, sean caminos de mejora de nuestras sociedades, sus modos y calidades de vida. En esa línea, entonces, el fomento debiera estar más cerca del espíritu (la lectura) que del negocio (el libro).
Entonces, desde la perspectiva del fomento a la lectura, creo que el problema es esencialmente de circulación de obra, más allá del formato libro, utilizando el espectro de las nuevas tecnologías.
En ese sentido quiere dejar en claro mi ignorancia respecto al tema: no conozco iniciativas que apunten hacia allá. Ha habido ciertos intentos, me parece, a partir de revistas electrónicas como Antiparásitos; de sitios literarios como Lanzallamas; de comunidades virtuales creativas en la web como Ucronía, etc., pero no tengo la información necesaria para saber si son propuestas con algún nivel de impacto. Lo mismo a nivel global: http://www.bibliotecasvirtuales.com/ o http://www.ficticia.com/ en México
El ejemplo de puesta en circulación con un nivel de impacto comprobado que puedo poner aquí se relaciona con la música a través de plataformas como http://www.myspace.com/ o http://www.podomatic.com/
Esos han sido ejercicios virtuales que la escena musical y medial tradicional han legitimado -desde el punto de vista de los medios y formas de circulación tradicionales- pero también, y aquí está los mas importante, han fomentado una escena nueva, independiente y con posibilidades creativas que escapan al formato canción típico propuesto por la industria y al formato disco.
Esta puesta en circulación de nuevos sonidos, bandas, solistas ha posibilitado la puesta en circulación, a su vez, de medios especializados que en gran medida se nutren de esta música y que en Chile hoy tienen peso específico. Ejemplos hay varios http://www.super45.cl/ o http://www.mus.cl/ o http://www.paniko.cl/ o http://www.musicapopular.cl/ etc. Y estos a su vez linkeados con sitios especializados como http://www.avanttmag.com/ en Argentina o http://www.sonoramarevista.org/ en México.
Ahora está claro que la especificidad del formato de la música juega a favor del fenómeno. Lo mismo en el sentido que históricamente, o por lo menos de un tiempo a esta parte, los ingresos por venta de discos han sido escuálidos con relación a la posibilidad económica del en vivo. Lo que quiero decir es que para un músico hoy no es necesario poner en circulación un disco completo. Basta con subir un par de buenos temas a myspace. De ahí, y como siempre, el tema de la calidad hará su trabajo como cedazo.
El fenómeno de la puesta en circulación de lo literario es sin duda más complejo. Tanto así que se equivocaron los agoreros que hablaron del fin del libro a partir del internet. Eso no ha sucedido. Han cambiado las formas y hábitos de lectura en otros ámbitos como la prensa o los textos especializados, pero el libro aún no ha cedido su espacio. Quizás sea hora de buscar esas estrategias que permitan destronarlo en detrimento de la industria pero a favor de la lectura.